SANTO DOMINGO. – El expresidente del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), Teodoro Tejada, aseguró que la tragedia ocurrida en el centro nocturno Jet Set, el pasado 8 de abril, donde murieron 232 personas y al menos 189 resultaron heridas, se debió a una explosión provocada por acumulación de energía, producto de graves anomalías y falta de mantenimiento en la estructura del local.
“Hubo una explosión por energía. Eso se produce cuando se combinan la contaminación acústica, las vibraciones y la falta de revisión estructural. Todo esto pudo evitarse”, afirmó Tejada.
El ingeniero fue enfático al señalar que el techo del establecimiento no fue diseñado como entrepiso, por lo tanto, no estaba preparado para soportar el peso al que fue sometido durante años.
“Esa estructura estaba diseñada como techo, no como entrepiso. No podía recibir el peso que tenía encima”, explicó.
A su juicio, el hecho de que el empresario y propietario del Jet Set, Antonio Espaillat, admitiera públicamente que nunca hizo revisar el techo, demuestra una «negligencia total». “Eso de decir que nunca se revisó el techo es admitir una irresponsabilidad imperdonable. Fue un descuido mortal”, sostuvo.
Tejada también ofreció una explicación técnica del fenómeno que, según él, desencadenó la tragedia:
«La contaminación acústica o sonora produce ruido. Ese ruido viene de los altos decibeles de la música. Si usted coloca un sonido muy alto en un cuarto cerrado de cristales, todos se rompen».
Añadió que el ruido produce vibraciones, las vibraciones generan frecuencias, las frecuencias resonancias magnéticas, y estas crean fisuras. Por esas fisuras pasa el agua que se almacena en el techo «y va corroyendo el acero de la viga postensada».
Más temprano, el empresario Antonio Espaillat negó que el sistema de sonido del centro tuviera relación directa con el techo, como se ha especulado tras el colapso del inmueble.
“El sonido del Jet Set no dependía del techo, sino de las paredes. Los bajos, que son los que más pesan, estaban en el piso, y las bocinas modernas, relativamente pequeñas, se instalaban en las paredes”, explicó Espaillat.